José Mujica es quizá uno
de los presidentes más singulares de la historia política del mundo, alejado de
la opulencia que regularmente caracteriza estos cargos y, por el contrario,
practicante de actitudes como la crítica, la austeridad e incluso el vegetarianismo
que lo distinguen del resto.
Desde hace algunos meses el presidente de Uruguay,
José Mujica, ha ganado presencia internacional por la manera entre progresista,
liberal y socialmente comprometida con que cumple sus funciones al frente de su
país.
Y esto no se trata en
modo alguno de una simulación o un montaje. El estilo personal de gobernar,
para usar la frase del historiador mexicano Daniel Cosío Villegas, emana
directamente dela autenticidad de su estilo de vida, de los principios con que
rige su comportamiento cotidiano en todas las áreas de su vida.
En este sentido, pocos
gestos tan elocuentes como la manera en que Mujica administra sus ingresos y la
actitud que demuestra frente a las posesiones materiales: por un lado, dona el
90% de su salario (equivalente a unos 12 mil dólares) a obras de caridad en
beneficio de personas pobres y pequeños empresarios que buscan fondos para
iniciar o mantener un negocio; por otro lado, en algo que parecerá mínimo pero
sin duda es altamente simbólico, la declaración de bienes de 2010 del
presidente uruguayo ascendió a 1800 dólares, el valor de su Volkswagen Beetle
modelo 1987, al cual, un año después, añadió la mitad de las posesiones de su
esposa: algunos terrenos, tractores y una casa que sumaron en total 215 mil
dólares.
Estas cifras representan
dos tercios de la riqueza declarada del vicepresidente Danilo Astori y un
tercio del presidente anterior a Mujica, Tabaré Vázquez.
En parte Mujica debe esta
actitud a su pasado en la guerrilla delos tupamaros, en la década de los 60 y
los 70, un grupo de izquierda inspirado en los ideales de la revolución cubana,
camino que lo llevó a pasar 14 años en prisión, hasta 1985, cuando las
dictaduras uruguayas llegaron a su fin.
“Me llaman el presidente
más pobre pero no me siento pobre. Las persona s pobres son aquellas que solo
trabajan para intentar mantener un estilo de vida caro y siempre quieren más y
más”, declaró Mujica a la BBC.
Como decíamos, no se
trata de gestos vacíos, sino expresión de un compromiso real que se lleva a
otros asuntos, por ejemplo, cuando en la conferencia Rio+20, en junio de este
año, denunció la hipocresía de los líderes mundiales que discuten la pobreza
del mundo sin atreverse a señalar la verdadera raíz del problema: el modelo
económico imperante que tiene en el consumo y el desperdicio el binomio de su
dinámica fundamental.
Así, el vegetariano,
austero y liberal Mujica es quizá uno de los presidentes más singulares de los
últimos tiempos en la historia política del mundo, totalmente distante de la
opulencia que caracteriza al resto.