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viernes, 16 de noviembre de 2012

EL PRESIDENTE MAS POBRE DEL MUNDO ES ACTIVISTA.

José Mujica es quizá uno de los presidentes más singulares de la historia política del mundo, alejado de la opulencia que regularmente caracteriza estos cargos y, por el contrario, practicante de actitudes como la crítica, la austeridad e incluso el vegetarianismo que lo distinguen del resto.
Desde hace algunos meses el presidente de Uruguay, José Mujica, ha ganado presencia internacional por la manera entre progresista, liberal y socialmente comprometida con que cumple sus funciones al frente de su país.
Y esto no se trata en modo alguno de una simulación o un montaje. El estilo personal de gobernar, para usar la frase del historiador mexicano Daniel Cosío Villegas, emana directamente dela autenticidad de su estilo de vida, de los principios con que rige su comportamiento cotidiano en todas las áreas de su vida.
En este sentido, pocos gestos tan elocuentes como la manera en que Mujica administra sus ingresos y la actitud que demuestra frente a las posesiones materiales: por un lado, dona el 90% de su salario (equivalente a unos 12 mil dólares) a obras de caridad en beneficio de personas pobres y pequeños empresarios que buscan fondos para iniciar o mantener un negocio; por otro lado, en algo que parecerá mínimo pero sin duda es altamente simbólico, la declaración de bienes de 2010 del presidente uruguayo ascendió a 1800 dólares, el valor de su Volkswagen Beetle modelo 1987, al cual, un año después, añadió la mitad de las posesiones de su esposa: algunos terrenos, tractores y una casa que sumaron en total 215 mil dólares.
 
Estas cifras representan dos tercios de la riqueza declarada del vicepresidente Danilo Astori y un tercio del presidente anterior a Mujica, Tabaré Vázquez.
En parte Mujica debe esta actitud a su pasado en la guerrilla delos tupamaros, en la década de los 60 y los 70, un grupo de izquierda inspirado en los ideales de la revolución cubana, camino que lo llevó a pasar 14 años en prisión, hasta 1985, cuando las dictaduras uruguayas llegaron a su fin.
“Me llaman el presidente más pobre pero no me siento pobre. Las persona s pobres son aquellas que solo trabajan para intentar mantener un estilo de vida caro y siempre quieren más y más”, declaró Mujica a la BBC.
Como decíamos, no se trata de gestos vacíos, sino expresión de un compromiso real que se lleva a otros asuntos, por ejemplo, cuando en la conferencia Rio+20, en junio de este año, denunció la hipocresía de los líderes mundiales que discuten la pobreza del mundo sin atreverse a señalar la verdadera raíz del problema: el modelo económico imperante que tiene en el consumo y el desperdicio el binomio de su dinámica fundamental.
Así, el vegetariano, austero y liberal Mujica es quizá uno de los presidentes más singulares de los últimos tiempos en la historia política del mundo, totalmente distante de la opulencia que caracteriza al resto.


lunes, 12 de noviembre de 2012

LOS 8 DEMONIOS MAS FAMOSOS Y TEMIDOS POR LAS RELIGIONES


Cuando un alma bondadosa torna en una que ha sucumbida al pecado, los demonios se presentan para invadir el cuerpo, la mente y el espíritu: penumbra celestial.
Las religiones dan lecciones a través de parábolas que reflejan la bondad y el amor por el prójimo y por uno mismo, pero cuando el creyente se inclina por una vida pecaminosa, llena de sentimientos que lo aíslan de la dicha celestial, los demonios comienzan a realizar su trabajo en el alma de aquél que ha decidido alegar a favor del pecado. Estas entidades son representadas como malignas e indeseables siempre dentro de un paradigma maniqueo, sin embrago, en muchos casos son el resultado de una compleja combinación de un orden cósmico mitológico. Tan necesarias para la trama divina como las entidades luminosas (algunas de las cuales se transforman en demonios, según la creencia dominante y la agenda política).

Dybbuk
Encontrado en el folclore judío, este demonio es el espíritu de un pecador que, al no haber decidido permanecer en el inframundo, optó por penetrar en el cuerpo y alma de una persona. Algunos casos documentan que para liberar a un poseído de Dybbuk, es necesario que un rabino ortodoxo se arriesgue a liberar al alma en cuestión.
Nephilim


jueves, 8 de noviembre de 2012

El planeta no tiene dueño...

El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wáshington. A cambio, promete crear una "reservación" para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855.

El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.

martes, 6 de noviembre de 2012

¿PORQUE LA INDIFERENCIA DE LAS PERSONAS?

Así como el desprendimiento saludable, el desasimiento sano y el verdadero desapego son signos de equilibrio mental y emocional, la indiferencia es un error básico de la mente y conduce a la insensibilidad, la anestesia afectiva, la frialdad emocional y el insano despego psíquico. Nada tiene que ver esta indiferencia con ese no-hacer diferencia de los grandes místicos debido a su enriquecedor sentido de unidad que les conduce a conciliar los opuestos y a ver el aliento supremo en todas las criaturas y circunstancias. La indiferencia, en el sentido en el que utilizamos coloquialmente este término, es una actitud de insensibilidad y puede, intensificada, conducir a la alienación de uno mismo y la paralización de las más hermosas potencias de crecimiento interior y autorrealización. La indiferencia endurece psicológicamente, impide la identificación con las cuitas ajenas, frustra las potencialidades de afecto y compasión, acoraza el yo e invita al aislacionismo interior, por mucho que la persona en lo exterior resulte muy sociable o incluso simpática. Hay buen número de personas que impregnan sus relaciones de empatía y encanto y, empero, son totalmente indiferentes en sus sentimientos hacia los demás. 





La indiferencia es a menudo una actitud neurótica, auto-defensiva, que atrinchera el yo de la persona por miedo a ser menospreciado, desconsiderado, herido, puesto en tela de juicio o ignorado. Unas veces la indiferencia va asociada a una actitud de prepotencia o arrogancia, pero muchas otras es de modestia y humildad. Esta indiferencia puede orientarse hacia las situaciones de cualquier tipo, las personas o incluso uno mismo y puede conducir al cinismo. Hay quienes sólo son indiferentes en la apariencia y se sirven de esa máscara para ocultar, precisamente, su labilidad psíquica; otros han incorporado esa actitud a su personalidad y la han asumido de tal modo que frustra sus sentimientos de identificación con los demás y los torna insensibles y fríos, ajenos a las necesidades de sus semejantes. También el que se obsesiona demasiado por su ego, sobre todo el ególatra, se torna indiferente a lo demás y los demás, al fijar toda su atención (libido, dirían los psicoanalistas más ortodoxos) en su propio yo.

Unas veces la indiferencia sirve como «escudo» psíquico y otras para compensar las resquebrajaduras emocionales; cuando esta actitud o modo de ser prevalece, la persona tiene muchas dificultades en la relación humana, aunque también, a la inversa, podría decirse que al tener muchas dificultades en la relación humana opta neuróticamente por la indiferencia, lo que irá en grave detrimento de su desarrollo interior, ya que para crecer y que nuestras potencialidades fluyan armónica y naturalmente se requiere sensibilidad, que es la quintaesencia del aprendizaje vital y del buen desenvolvimiento de nuestras potencialidades más elevadas, si bien nunca hay que confundir la sensibilidad con la sensiblería, la pusilanimidad o la susceptibilidad.

Muchas veces la indiferencia sólo es una máscara tras la cual se oculta una persona muy sensible pero que se autodefiende por miedo al dolor o porque no ha visto satisfecha su necesidad de cariño o por muchas causas que la inducen, sea consciente o inconscientemente, a recurrir a esa autodefensa, como otras personas recurren a la de la autoidealización o el perfeccionismo o el afán de demostrar su valía o cualquier otra, en suma, «solución» patológica. En la senda del desarrollo personal, es necesario desenmascarar estas autodefensas y «soluciones» patológicas para que puedan desplegarse las mejores potencialidades anímicas, que de otro modo quedan inhibidas o reprimidas e impiden el proceso de maduración.

Esta autodefensa que es la indiferencia se acrisola ya en la adolescencia, en muchos niños que recurrieron a la misma para su supervivencia psíquica, fuera por unas insanas relaciones con las figuras parentales o por su exceso de vulnerabilidad en la escuela y en el trato con sus compañeros o por otras muchas causas a veces no fáciles de hallar. Para ir superando este error básico que es la indiferencia, la persona tiene que abrirse e irse desplegando, aun a riesgo de sufrir, pero asumiendo todo ello como un saludable ejercicio para lograr su plenitud y no seguir mutilando sus mejores energías anímicas y afectivas.

Ramiro Calle, Las zonas oscuras de tu mente